
Un yugo invisible,
imperceptible,
intangible,
rodea su alma...
Agobiándola,
angustiándola,
oprimiendo su pecho
y sus sienes...
Un ejercito hormonal,
la paraliza,
la entumece,
la estorba en su duro caminar....
Ene no sabe explotar,
se aisla en ella,
configurandose confusiones,
que traen la lluvia...
En su cubo privado,
echada en su cama,
forma sus propias nubes,
yo no escucho los truenos,
pero los siento, se intuyen....