Se acaba consumiendo,
siempre lo hace, ciclo tras ciclo,
dejando marcada la piel,
golpeada por los asaltos insistentes
del astro rey...
Atrás quedan de nuevo,
los sabores que importaron,
sal, viento y arena, confundidos
entre impregnaciones corporéas
inventadas por el hombre...
Momentos parecidos,
pero ni siquiera aproximados,
a los últimos exprimidos,
como siempre maquillados,
de un tiempo ansiado y tardío,
evaporado en un parpadeo....
Siempre hay un tiempo para marchar
aunque no hay un sitio a dónde ir...